"Oscar Vladislas de Lubicz Milosz (1877-1939) no representa la culminación de una escuela poética o estética ni el origen de otra; no es un artista deliberadamente fiel a valores consagrados o a valores revolucionarios. Pertenece a la breve serie de artistas-pensadores escalonados a través de los siglos para tender un puente entre lo visible y lo invisible, no tanto por vía de acumulación de conocimientos, noticias, experimentos, raciocinios o conjeturas, como de videncia y audiencia. Milosz es uno de los magnos solitarios del arte (que ya es camino de soledad). No se identifica, por exceso o por defecto, con los genios típicos, pues trasciende a cada momento la órbita inmemorial de la razón humana, aun iluminada, para conectar su cifra personal con lo que presentimos cifra del universo. "Siguiendo esta antología puede observarse no sólo la evolución estilística del poeta, sino, mucho más importante, la calidad de la poesía misma. No cuesta imaginarse que esa evolución corresponde a la personal del autor en sus experiencias con el misterio; evolucionan armoniosamente poeta y poema. Criatura de conflictos -entre el niño amoroso y el hogar desamorado, entre la ascendencia cristiana y la ascendencia hebrea, entre la prosapia medieval y la actualidad volcánica, entre el mundo báltico y el mundo latino, o el idioma lituano y el idioma francés; entre la visión y las pasiones, o la vocación terrestre y la vocación ultraterrestre- sus poemas son al principio tesoros de melancolía y de no ser, funerales suntuosos del mundo, de la edad, de sí mismo; pero luego se sublima el don de esperanza, de entrevisión de un cierto orden cósmico que lentamente va llegando para todos."